Cuando escuché por primera vez esta tremenda, cruda y maravillosa canción no sabía que el vídeo oficial de YouTube estaba recortado y de los tres minutos cinematográficos que le llevan a uno a transitar, a vivir o a luchar en la guerra de secesión americana (o norteamericana) se pasaban a más de ocho en la versión de estudio.
La letra es terriblemente profunda. Cáustica. Puramente Dylaniana. Al principio estaba convencido de su significado histórico y político. Investigué en mis libros, en Internet; curioseé de manera casi académica (aunque le tenga uno cierta aversión a la palabra) y profesional en la mejor edición de las letras escritas por el Shakespeare del S. XX/XXI y me maravillé por la creciente cantidad de referencias y datos que enjulan cada una de sus frases y conceptos.
Resulta (no sé si al escribir mi investigación acerca de una de las mejores poesías y músicas del orbe cometo una incoherencia de tipo intelectual y de derechos de autor) qué según la edición de Simon & Schuster -la mejor, al menos que yo sepa- las conclusiones de cada uno de los lamentos de sus fraseos se triplican en el tiempo y en el espacio y uno navega por el sur de Croacia, por su geografía y sus poemas heroicos, descubre a Maja Boskovic-Stulli y a Dimitri Segal; por Kosovo y las ficciones Serbias, por la guerra civil de 1.360 o por el folklore de los eslavos meridionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario